miércoles, 27 de diciembre de 2017

CUENTO MI PRINCESA


MI PRINCESA




Había una vez en un reino muy lejano una princesa demasiado bella, vivía solo con su madre pues su padre había fallecido en una batalla de reinos, pero mientras estuvo vivo le dio los mejores momentos de su vida tanto a su esposa como a su hermosa hija.

La reina y la princesa vivían, gobernando a su pueblo de manera noble y justa. Aquella princesa crecía y crecía, se hacía grande y más hermosa con los años, hasta que llega la edad de sus dieciocho años, el reino haría un baile a su festejo, pues había que celebrarle a la princesa, todo el reino comenzó con los preparativos e inventaron a todo el pueblo para asistir, ya todo estaba listo.


Antes de que la fiesta fuera hacerse la reina hablo con la princesa:
—Hija, ya tienes dieciocho años y pronto deberás tener un príncipe a tu lado, no te impondré con quien estarás, aunque así deba ser, yo quiero tu felicidad y quiero que tu escojas con quien tendrás ese compromiso, así como el amor de tu padre y el mío fue verdadero quiero que el tuyo igual lo sea.

—Gracias madre —dijo la princesa dándole un abrazo.

Y así transcurrieron los días hasta que la gran fiesta llegó. Todo el pueblo y los otros reinados estaban unidos.
La princesa no estaba en búsqueda de un príncipe, ella estaba disfrutando de su festejo con el pueblo. Todos le decían lo hermosa que se veía con su hermoso vestido lila y su hermoso cabello rubio, hacían el conjunto perfecto.

Después de tanto bailar la princesa fue a sentarse junto a su madre, tanto fue lo que comió y bebió que debía ir al baño así que se levantó y fue, rumbo al camino un mesero tropezó con ella derramando en su hermoso vestido las bebidas que llevaba en la bandeja:

   Disculpe, disculpe —dijo el mesero mientras ayudaba a limpiarse.

   No te preocupes dijo la princesa —con su linda voz mientras se limpiaba.
Ambos levantaron los rostros y se miraron a los ojos durante dos minutos, él sonrió después de eso ella igual, pero el mesero estaba apenado.
   Disculpé su alteza, fui un tonto –—dijo mientras se arrodillaba.

   No te disculpes y ponte de pie fue sólo un accidente —dijo la princesa mientras sonreía.
Aquel mesero acompaño a la princesa al baño y se pasó la noche con ella, hasta que se despidieron.
El mesero al llegar a su humilde hogar se acostó a dormir y recordó toda la noche que paso con la princesa anhelando que volviera a suceder. La princesa de igual forma fue a dormirse en su habitación y de igual manera recordó la noche con aquel joven mesero, recordó todo hasta el tropiezo que tuvieron.
Al día siguiente el mesero le conto a su madre:
   Madre ayer fue la mejor noche, estuve con la princesa bailando, riendo y platicando —lo dijo con una mirada de soñador.

   Hijo, me alegra verte feliz, pero no te ilusiones con ella, tú eres de corazón humilde, somos de economía baja y ellos de alta que te hace pensar que tendrá algo contigo. Yo solo te lo digo por tu bien —dijo su madre muy triste.
El pobre joven se marchó muy triste, pensó las cosas y fue a ver a la princesa.
Llego al castillo entró y la busco por todos partes, en todas las habitaciones hasta que se toparon:
   Hola, lo abrazo y le dijo la princesa —pensé que no vendrías.

   Tenía que ver ese hermoso rostro que me ilumina —le respondió.
Él le dijo, después de irse a sentar en unas escaleras que el castillo tenía:
   Siento algo por ti que aunque es un tiempo mínimo el que estuvimos juntos, lo siento sé que es honesto, pero lo que también sé es que no es, correspondido tú eres una princesa y yo sólo un ciudadano del pueblo, es una diferencia enorme de economía, y solo venía a decirte esto que siento para que por lo menos tenga la satisfacción de que te lo dije, eres mi princesa, la más hermosa aunque no pueda tenerte —dijo con la cabeza hacia abajo y triste.

   Pero esto no es imposible, yo también siento algo por ti, y si se puede —dijo la princesa feliz.

   No se puede, el reino no lo aceptara, es algo complicado, yo no aumentaré tus riquezas —dijo.

   Eso no importa, mi madre lo aceptará —respondió ella.

   Lo dices ahora, pero más adelante no será así, yo lo sé —se levantó dándole un beso en la frente a la princesa.
La princesa se quedó desconcertada, no sabía que pasaba y comenzó a llorar y así se quedó dormida hasta el amanecer, se levantó y fue con su madre le contó todo lo que sucedió y lo que el joven le dijo, de igual forma le confesó a su madre de que ella deseaba que él fuera su futuro esposo, su madre le dio el sabio consejo de que fuera entonces a buscarlo porque bien dicen que si algo no viene a ti tú ve por él.

La princesa fue entonces al pueblo a buscarlo, busco y busco y aunque lo logro encontrar al encontrarlo:
   ¿Qué haces aquí mi princesa? —dijo el joven mesero asombrado.

   Vine por ti, me hiciste llorar al marcharte, el hecho de que no seamos de la misma economía no importa, todos somos iguales, mi madre te acepta, sabe que te quiero y nada nos impide estar juntos —dijo la princesa.

   ¿Es en serio?, yo también lloré, realmente te quiero, pero en mi pensar era imposible nuestro amor.

   Si es en serio y tranquilo ahora sabemos que podemos estar juntos – le dijo la princesa mientras lo abrazaba.

 Se mantuvieron abrazados por un buen rato y se decidieron a pasar una tarde juntos, dando vueltas en el pueblo entre risas, charlas, burlas, cantos y bailes, se dieron su primer beso y fue tan mágico, no cabe duda que a ambos la piel se le enchino, esa tarde fue sensacional.
Pasaron los días, meses y años y seguían juntos hasta que un día se casaron, juntaron sus vidas, el pueblo estaba emocionando, fue una boda preciosa, cumpliendo el sueño de ambos, su verdadero amor estaba unido, se amaban incondicionalmente y justo el día de su boda el ya príncipe le dijo:
   Esta noche tu belleza reluce aún más, no cabe duda que me has hecho el hombre más feliz, que a pesar de los problemas estas junto a mí siendo mi princesa y se cariño que no puedo vivir sin ti, porque eres tú amada mía quien me enseño que el amor verdadero si existe.
Y así fue y esa gran noche sellaron su amor con un beso.

FIN


Vargas Gómez Hana Daira

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