jueves, 14 de diciembre de 2017

FÁBULA JON, EL PERRO

JON, EL PERRO

Un perro trabajador llamado Jon, con sombrero y bastón, rumbo a su trabajo a las cinco de la madrugada salía, siempre con el pelaje mojado, después de haberse bañado, el frío le calaba los huesos y tiritaba de frío como hoja en invierno, pero él siendo un antiguo perro salvavidas, siempre había estado acostumbrado al pelaje mojado, sólo que jamás era en el frío, y aunque el frío le daba igual, los constantes ataques de tos que se volvieron constantes, si le molestaban demasiado.

Una mañana un oso joven, que iba rumbo a su escuela, le preguntó
—Usted, señor Jon ¿Por qué sale mojado, si eso le puede hacer daño?
El perro Jon respondió con un chasquido de lengua, restándole importancia al asunto
—Siempre he estado mojado, y nunca me ha pasado nada malo —dijo
—Jamás en el frío, señor. Mi padre me cuenta que su trabajo era en lugares cálidos, y además su horario no incluía la madrugada o la noche
—Puedo decirle joven, que soy un hombre conocedor.
—Jamás se puede saber demasiado, señor Jon, sino fíjese en mí —el perro trabajador miró al joven oso y no notó nada—.  Es más profundo que con sólo una mirada, en una carrera de autos, choqué con otro competidor y parte de mis órganos se dañaron. Fui necio cuando me advirtieron.

Pero el perro Jon, no se dejó guiar y siguió haciendo lo mismo por varios meses más hasta que un día se hartó de la tos, y no sólo porque ésta se estaba haciendo más feroz, hasta el grado en que algo rojo salía de su garganta y decidió ir al médico. El doctor ratón le hizo un examen completo, y comprobó que el pobre perro, por ése mal hábito suyo ya la vida le estaba extrayendo, y ya no había remedio para ello.
El perro Jon no se cuidó, a pesar de que se lo advirtieron, y aunque hubiera aprendido ahora, ya era tarde.

La salud no tiene precio, y el que la arriesga es un necio.


 Cupil Jiménez Guadalupe Montserrat

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